viernes, agosto 21, 2009

La más grande fosa colectiva *

Entierro esconde los restos de más de 100 comuneros asesinados por una base del Ejército en Putis, Huanta (Ayacucho), en setiembre de 1984
Por EDMUNDO CRUZ Unidad de Investigación
Reporteros del diario La República localizaron el pasado viernes 16 una de las mayores fosas clandestinas de la época de la violencia con una antigüedad aproximada de 17 años, en el lugar denominado Putis, en las alturas de la provincia de Huanta, departamento de Ayacucho.
Según los testimonios e indicios que acompañan esta nota, en esa fosa estarían enterrados los restos de aproximadamente cien personas, incluidos niños y ancianos, familias íntegras, todos ellos hijos de la comunidad andina de Putis.
Las víctimas habrían sido ultimadas en setiembre de 1984, a fines del segundo gobierno del arquitecto Fernando Belaunde Terry, por personal de la base militar de Putis, destacamento del Ejército que recién se había instalado en ese lugar.
Fuentes castrenses arguyen haber actuado bajo la presunción de que la comunidad de Putis había sido ganada por Sendero Luminoso. Pero tal explicación no concuerda con la historia que fluye de los relatos de los testigos, ni justifica el presunto exceso.
El pasado viernes 16, tras ocho horas de caminata a pie, reporteros del diario La República llegaron al lugar acompañados por Feliciano Medina, alcalde del distrito Santillana, por comuneros del lugar y por Jaime Antezana, estudioso de la zona.
Hicieron que cavaran su propia tumba ...
Fosa mayor .La fosa clandestina de Putis se halla ubicada en el patio más amplio de lo que fuera el centro escolar de la comunidad. Sus dimensiones son notablemente superiores: siete metros de largo por cuatro de ancho, y una profundidad aproximada de dos metros, de acuerdo con la versión de un licenciado del Ejército, testigo presencial de los sucesos de setiembre de 1984 (ver declaración en recuadro).
TEXTO CONTINUA EN COMENTARIOS 1
* Publicado en el diario La República, Lima 27 de noviembre del 2001.

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3 Comments:

Anonymous jake mate dice...

(...)
Agruparon a la gente en la escuela, ordenaron a los varones abrir un hoyo profundo haciéndoles creer que serviría para construir una piscigranja, pero al final de la jornada los mataron casi a todos.
Sea como fuere, lo cierto es que después de la masacre todo el ganado ovino, vacuno, caballar, mulas, chanchos, llamas y alpacas, hasta los cuyes de los comuneros de Putis, pasaron a poder de la base y fueron comercializados por éstos.
Hasta setiembre de 1984, la comunidad de Putis estuvo conformada por cerca de 150 familias, con una población total de 800 habitantes. Después de la matanza, los sobrevientes huyeron en estampida.

A noviembre del 2001, el movimiento de retorno a la quebrada altoandina de Putis, enclavada a 3,600 metros de altura sobre el nivel del mar, apenas había convencido a unas ocho a diez familias para el retorno al terruño.

Bajo presión
La matanza de Putis, en setiembre de 1984, se dio en uno de los contextos más críticos de los primeros años de la lucha contra la subversión.
Jaime Antezana, investigador social que ha seguido de cerca el acontecer de la zona, recuerda que Sendero Luminoso presionó intensamente a las comunidades altoandinas de la provincia de Huanta en el segundo semestre de 1983.
Autoridades de los pagos de Cayramayo y de Putis fueron asesinadas por el grupo terrorista, al igual que las de Huancas y Marccaraccay.

Algunas reaccionaron y se rebelaron, pero Sendero no tardó en responder con nuevas ejecuciones. Putis y Cayramayo se dejaron atemorizar, en tanto Huancas, Marccaraccay y Tocasquesera dieron batalla.

A fines de 1983 ñconcluye Antezanañ el Ejército avanzó de pueblo en pueblo hacia las partes más altas. Sendero ya había dado la directiva de replegarse hacia las cuevas y el monte, lejos de sus casas.

(...)
Relato
Había gente conocida de Marccaraccay que trabajaba con la base militar y que dijeron por qué no matamos a esa gente y declaramos que son terrucos. Todos esos animales los venderíamos y tendríamos plata. Había unos cinco de Marccaraccay, pero la verdad yo no los conozco por sus nombres. Ellos a cada rato venían a la base trayendo el ganado que encontraban por acá, por allá.

Cuando íbamos de patrulla encontrábamos un montón de ganado, ese ganado lo traíamos a Putis. La gente de Marccaraccay se llevaba todo ese ganado. Vieron por conveniente matar a esa gente inocente y quitarle su ganado y venderlo con la gente de Marccaraccay.
Los trajeron por la mañana y los pusieron en ese caserón. Los engañaron, les dijeron vamos a hacer una piscigranja. Acá vamos a hacer un cuadrado de tanto por tantos metros. Fueron más de tres horas. Todos los varones hicieron su propia fosa, ellos mismos. Tiene una profundidad de cerca de dos metros.
Los comenzaron a matar de seis en seis. Una parte de los efectivos estaba más a menos a cuarenta metros, vigilando por donde podrían escapar. El corralón donde los reunieron era el centro educativo. No pretendieron escapar porque estaban acorralados.
Eran 99, pero al final sólo enterraron a 98. Una criatura se metió en un hueco de la construcción, no lo vieron y lo encontraron después de haber cerrado totalmente la fosa. El jefe dijo no, ya no, ya no quiero matar más. Fue un varon de la familia Calderón. Lo llevaron a Marccaraccay, su madre lo reconoció y se lo devolvieron.

* Publicado en el diario La República, Lima 27 de noviembre del 2001.

6:31 p.m.  
Blogger Genín dice...

Este relato es de los que después de dejarle a uno sin aliento, te deja estupefacto y sin palabras.
Besos y salud

10:42 p.m.  
Anonymous Anónimo dice...

y con la frase:
la madre que los parió!


y ni de la madre es la culpa


...
bue, nada

12:47 a.m.  

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